
Preguntarle desde la distancia es imposible. Gonzalo parece ser omnipresente en las vidas de las personas que hemos tenido el placer de conocerle personalmente y es que se trata de un creativo con mayúsculas, un hombre que encarna a la perfección la idea o la utopía, según se mire, de que lo sencillo hace grande al ser humano. Él, que puede parecer frío y directo en ocasiones, esconde tras de sí un alma libre y una visión futurista plasmada en sus pinturas, un romántico amante del bienestar tras sus retratos y un viajero anhelante en sus fotografías.
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Estas solo son algunas fotos de una exposición celebrada en el Palacio de Elizalde de la ciudad de Barcelona en el año 2009.
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MALDITA INDIFERENCIA
Siempre estuve obsesionado con la indiferencia del ser humano. A pesar de que muchos escritores, ensayistas, poetas, psicólogos hablan grandilocuentemente de las bondades del ser humano, al final, quizás por nuestro espíritu de supervivencia, solo somos sensibles de verdad por los sentimientos y la situación de nuestro clan, y a veces ni eso, solo quedamos nosotros mismos enfrentados sin pudor a nuestra indolencia e inevitablemente a nuestra propia soledad, quizás una soledad, un comportamiento impuesto por intereses ocultos inculcados desde la cuna.
Enciendes la televisión y “se te rompe el corazón” con las noticias,… largas filas de personas en el paro, manifestaciones y protestas violentas o no, personas llorando amargamente por un desahucio, hambruna en cualquier país del mundo, catástrofes naturales con muertos, heridos y gente desesperada, crispada,… pero todo esto lo olvidas de inmediato cuando cambias de canal o tu mujer te trae un aperitivo. Sales a la calle, y cuando vas a entrar al supermercado, encuentras a personas pidiendo limosna, te apiadas de ellas, miras para otro sitio y piensas para disculparte a ti mismo: “todos estamos en crisis”, pero cuando entras a comprar, adquieres una buena botella de whisky para compartir con tus amigos el fin de semana, te olvidas automáticamente del desafortunado de la puerta.
Al final, nadie te importa y a nadie le importas tú. Nuestra bondad, nuestros nobles sentimientos, nuestra humanidad, comienza y termina en un basurero llamado indiferencia.